Aventones de Carretera

Posted by  Tarride | Posted on 10:51 a.m.

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Biperideno entró al local mientras H se quedaba semi acostado a la sombra de los techos de la bomba de bencina, acompañado por dos perros pequeños notoriamente invadidos por los más variados tipos de parásitos. A los siete minutos regresó con un par de latas de cerveza afectuosamente frías, y relató rápidamente la incursión, informando también sobre dónde se encontraban. El sonido de las olas se colaba suave juanto a una brisa lenta, tibia y salada. De no haber estado tan involuntariamente lejos de casa probablemente se habrían sentido felices, de cualquier forma la cerveza bastaba.
Evidentemente el gran problema era encontrar una forma de volver, lo más factible era intentar ablandar el corazón de algún camionero, pero H insistía en pedir un aventón al primer auto que se detuviera. Los camiones estacionados algo más lejos, cerca de los baños, descansaban mientras sus conductores dormían un rato. H vió un auto acercarse rápido por el camino de tierra que venía de la playa, el polvo tiritaba como agua en el aire caliente. Con una maniobra abiertamente imprudente entró en la bomba para terminar estacionado justo al lado de los dos desconcertados viajeros.
Dos mujeres se bajaron, relativamente bonitas y evidentemente emparentadas por su parecido, hermanas quizás, y entraron al local. Bipe miró a Haloperidol incrédulo. H simplemente rió abriendo los brazos mientras seguía a las jóvenes abriendo las puertas con desición.

Cambio de Casa

Posted by  Tarride | Posted on 9:46 a.m.

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Haloperidol tomó su trapito negro, aquel asqueroso trozo de tela que a veces usa en el cuello, revolvió el escritorio en busca del paquete de cigarrillos aplastado que suponía aun con contenido y salió caminando lentamente por el pasillo del departamento. La inercia de ciertas cosas le impresionaban, estaba a punto de cambiarse de casa, pero al parecer siempre habían excusas para no querer esos cambios. Podía ser el contrato de arriendo o una vecina recién llegada, finalmente parecía que las propias preferencias no eran tan relevantes como lo que ocurría alrededor, lo que no quería decir que no tuviera opinión. No era tan importante tampoco, pero ese día era un buen momento para planteárselo.